El sharing no sustituye al bus, evita saturar la ciudad
abril 09, 2025
El sharing o movilidad compartida ya es una fórmula habitual para dar respuesta a los grandes desafíos urbanos: la saturación del tráfico, la falta de espacio público, la contaminación y la creciente complejidad de los desplazamientos. Sin embargo, más allá de la transformación tecnológica y las diferentes normas que regulan su uso, implica un cambio profundo que afecta a la propia infraestructura de las urbes y la educación de sus ciudadanos. Desde el car sharing, hasta las flotas de motos eléctricas, pasando por el alquiler de bicicletas municipales, todos los modelos quieren complementar al sistema de transporte público para lograr una movilidad más flexible, limpia y eficiente. Pero, para avanzar hacia ese ideal, los analistas creen que es imprescindible voluntad política, estrategias públicas coherentes y colaboración entre todos los actores.
Para contextualizar el peso del sector en nuestro país, Gonzalo Arana ofreció una visión clara del impacto de la movilidad compartida: “Esta industria genera más de 1.600 millones anuales y da empleo a unas 60.000 personas, más aún si se incluye el taxi”. A ello, el experto sumó “un beneficio medioambiental notable” porque “se han evitado más de 120 millones de kilómetros en coche de combustión y 30.000 toneladas de CO₂ al año”. “Este modelo también mejora la accesibilidad para colectivos vulnerables, así que se configura como clave para conseguir ciudades más limpias, eficientes y justas”, señaló.
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