La presión inflacionista podría avivarse a medio plazo debido a factores estructurales

 
  • La reciente subida de los precios de la energía es el último y probablemente el mayor motor de la inflación a corto plazo. A medio y largo plazo, es probable que otros factores estructurales aviven la presión inflacionista.
  • Oliver Wyman contempla tres posibles escenarios que reflejan cómo podría evolucionar la situación macroeconómica en los próximos dos años: inflación contenida en un único dígito (bajo), fuera de control en un único dígito (alto) y estanflación.
  • Para asegurar su relevancia y sentido de propósito, los bancos comerciales y centrales deben equiparse con un nuevo conjunto de herramientas para navegar este período de alta inflación, diferente al que caracterizó la última década con tipos de interés decrecientes.

 

Madrid, 25 de julio de 2022 – En el primer trimestre de 2022, las economías de toda Europa registraron
los mayores niveles de inflación en una década, y los economistas empezaron a reconocer que la presión inflacionista podría no ser temporal. En este contexto, y para entender mejor las características y consecuencias de esta situación, la consultora estratégica Oliver Wyman ha elaborado el informe “The impact of inflation on european banking”, en el que explora tres posibles escenarios inflacionistas, desglosa las implicaciones de estos en el sistema bancario europeo y recomienda medidas para los bancos y los responsables políticos europeos.

Hace unos meses se esperaba que la inflación fuera una consecuencia temporal del extraordinario estímulo fiscal y las interrupciones de la cadena de suministro inducidas por la pandemia. Sin embargo, los economistas reconocen, ahora, que la inflación está pasando de ser transitoria y sobre todo técnica a estar impulsada por factores persistentes del lado de la demanda y de la oferta, así como por cambios estructurales en la forma de asignar el valor dentro de la economía.

“Entre los factores que impulsan este cambio situacional, la reciente subida de los precios de la energía, exacerbada por la guerra de Ucrania, es el último y probablemente el mayor motor de la inflación a corto plazo. A medio y largo plazo, es probable que los factores estructurales, como el cambio a una energía más ecológica (y más cara), y el retraso en las inversiones, así como los cambios demográficos en Europa y los principales mercados de suministro, aviven la presión inflacionista”, afirma Pablo Campos, Managing Partner de Oliver Wyman Iberia.

 

Tres escenarios posibles

Para analizar los impactos de la inflación en el sector bancario, Oliver Wyman contempla tres posibles escenarios que reflejan cómo podría evolucionar la situación macroeconómica en los próximos dos años.

En el escenario más favorable, el “aterrizaje suave”, los bancos centrales logran contener la inflación en un solo dígito (bajo) sin comprometer el crecimiento del PIB posterior a la pandemia, evitando picos sustanciales en el desempleo y presiones excesivas en la cadena de suministro.  De darse este escenario, los rendimientos de la deuda pública seguirían siendo sostenibles para los países periféricos, mientras que los diferenciales de crédito en las economías centrales seguirían estando contenidos.  La divergencia en la velocidad e intensidad de las respuestas de política monetaria entre Europa y Estados Unidos sería limitada y la divisa compensaría efectivamente cualquier diferencia, sin interrupciones en los patrones del comercio internacional.

Si la inflación se sale de control en el corto plazo (alto dígito único), la consultora habla de un “aterrizaje duro” que obligaría a los bancos centrales a adoptar una respuesta monetaria más vigorosa. En última instancia, las herramientas monetarias funcionarían y normalizarían la inflación, pero al precio de desacelerar el crecimiento económico en 2023-24, inducir volatilidad en las divisas y tensar los patrones internacionales del comercio. Los diferenciales de crédito en los países periféricos diferirían significativamente de los de los países centrales, lo que supondría adoptar medidas para prevenir la fragmentación y un programa para acompañar el camino de la normalización de políticas.

El escenario menos favorable supondría una situación de estanflación. Para que esto ocurra, la
economía mundial debe experimentar una alta inflación sostenida a pesar del endurecimiento de la política monetaria, lo que desaceleraría el crecimiento económico durante varios años y desencadenaría una espiral de precios compleja de romper.  La fragmentación entre países sería significativa, con un deterioro de los diferenciales de crédito de los bonos periféricos que provocaría una nueva contracción del crédito y debilitaría la sostenibilidad de la deuda pública.  La posible divergencia de política monetaria entre Europa y EE. UU. podría deteriorar aún más este escenario con efectos negativos sobre el comercio, que ya está bajo una presión significativa debido a la guerra en Ucrania y los problemas de la cadena de suministro.

Si bien la probabilidad del escenario de "aterrizaje suave" está disminuyendo gradualmente, solo el tiempo dirá cuál de estos escenarios, o variaciones entre ellos, es el más probable.

 

El sector bancario, palanca para el crecimiento económico

El sistema bancario se enfrentará a este entorno cambiante después de haber solucionado problemas heredados (mejor capitalización, modelos de negocio más resistentes, prácticas de gobernanza sólidas) y con una nueva centralidad en su papel en la sociedad. Sin embargo, esto no implica necesariamente que el sistema esté preparado para este tipo de trastornos, sobre todo porque la mayoría de los actuales directivos de los bancos aún no han dirigido durante un periodo inflacionista.

Atravesar este momento de alta inflación, al tiempo que se apoya a la economía real en este período de incertidumbre y se facilita de manera eficiente la reasignación de recursos, será la clave del éxito del sector bancario. Se hará hincapié una vez más en el papel central de los bancos como facilitadores del crecimiento económico.

Apoyando la recuperación de la pandemia y ayudando a abordar el mayor problema al que se enfrenta la economía europea en la actualidad, como es la inflación, el sector puede adquirir un mayor sentido de propósito y asegurar su
continua relevancia.

Para logarlo, los bancos comerciales y centrales deben equiparse con un nuevo conjunto de herramientas para navegar este período de alta inflación, diferente al que caracterizó la última década con tipos de interés decrecientes.

Para los bancos comerciales, el desafío obvio será gestionar la presión potencial sobre sus
resultados durante el período inflacionista (aumento de las pérdidas crediticias, gastos operativos, eliminación de las ganancias de capital en los valores) y garantizar que están protegiendo sus relaciones con los clientes en el medio a largo plazo.

Para navegar por el nuevo contexto económico, los bancos deben comprender mejor su estructura de
financiación y cómo evolucionará en todos los escenarios. Se pedirá a los bancos que adopten un marco integrado para simular dinámicamente las interdependencias entre los distintos aspectos de las operaciones bancarias y que apoyen la definición de las respuestas de los directivos.

Será necesario, además, gestionar el crédito a través de la calificación de calidad de los activos (AQR) y realizar pruebas de resistencia para destacar dónde los bancos están más expuestos en todas las geografías y sectores y desarrollar una respuesta adecuada de reasignación de recursos.

La gerencia debe tener una comprensión precisa de la calidad del crédito del banco en el contexto del período inflacionista y ser capaz de cuantificar su coste de riesgo. A diferencia del shock de COVID-19 que afectó gravemente a sectores económicos específicos, en este caso, medir el impacto de esta crisis podría ser un desafío, pero deberá modelarse.

Es buen momento para que las entidades aprovechen la oportunidad de apoyar a sus clientes a lo largo de este período inflacionista y reasignen proactivamente los recursos a las áreas de crecimiento. Para ello, los bancos tendrán que determinar sus estrategias de crédito para los sectores más afectados, prestando especial atención a no acelerar o profundizar la recesión. 

También serán necesarias nuevas estrategias de crédito para sectores que se beneficiarán de inversiones debido a la implementación del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia y plan de resiliencia postguerra (turismo, etc.). Aquellos bancos pioneros se verán favorecidos por el desarrollo de puntos de vista sólidos y roles sectoriales en estos ámbitos y serán fundamentales para ayudar a acompañar la nueva estructura económica de la UE y competitividad.

 

La colaboración con los bancos centrales, clave

Los bancos centrales y los responsables políticos serán llamados a apoyar la migración del sistema
financiero a esta nueva fase económica. Los expertos de Oliver Wyman consideran que la magnitud y la imprevisibilidad del contexto actual exigen una estrecha colaboración entre las instituciones y el sistema bancario en su conjunto. 

Entre las principales recomendaciones de la consultora para navegar a través de esta situación, está la de poder definir conjuntamente la mejor estrategia de mitigación para el potencial deterioro de la calidad del crédito junto con los bancos comerciales. Además, para evitar una brecha entre los países centrales y periféricos, como sucedió en la crisis de 2012, será necesaria la mutualización de la deuda para poner en marcha un programa de compra de activos anti-fragmentación que acompañe el camino de la normalización de las políticas.

El precio de la energía y la seguridad de la cadena de suministro, como ya se ha mencionado, suponen factores de peso en la situación inflacionista. El establecimiento de un embargo parcial sobre el petróleo ruso parece reforzar aún más la necesidad de un plan de independencia energética, potencialmente con la ayuda de instituciones financieras de desarrollo. Se podrían promulgar políticas de energía alternativa y se podrían desviar los fondos.

Más allá de la energía, será necesario desarrollar estrategias específicas para la mayoría de las
cadenas de suministro interrumpidas (por ejemplo, microchips), adoptando una visión a corto plazo, pero también a más largo plazo para hacer frente a la presión inflacionista, al tiempo que se piensa en reducir la dependencia de la UE de los elementos esenciales básicos a largo plazo.

 

Sobre Oliver Wyman

Oliver Wyman es un líder global en consultoría de gestión. Con oficinas en más de 70 ciudades en 30 países, Oliver Wyman combina un profundo conocimiento sectorial con experiencia especializada en estrategia, operaciones, gestión de riesgos y transformación de las organizaciones. La firma cuenta con más de 6.000 profesionales en todo el mundo, que ayudan a sus clientes a optimizar sus negocios, mejorar sus operaciones y perfil de riesgo y acelerar su desarrollo organizativo para aprovechar las oportunidades.

Oliver Wyman es una subsidiaria de Marsh & McLennan Companies [NYSE: MMC].

Para más información visita: www.oliverwyman.com o síguenos en Twitter: @OliverWyman

The impact of inflation on European banking


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